-Bien, chicas... ¿Qué os parecería montar un grupo? De música.
Esa necesidad de explicar cosas obvias que tiene a veces Amy las hace sonreír, lo que le da a Amy la impresión errónea.
-No, no, espera, Amy, no te embales-le frena Sey cuando le ve las intenciones-. Aún no hemos dicho nada.
-¿No os gusta la idea?
Qué extraña es Amy. Puede pasar de la seguridad ciega en sí misma a la más absoluta vulnerabilidad, en cuestión de segundos. Ya las mira de reojo, totalmente desinflada, y sacude la cabeza con una sonrisa.
-Tampoco hemos dicho que no, Amy-Sara la mira frunciendo el ceño, pensativa.
-Es que...un grupo...así de repente...-a Elisa se la ve titubeante, entre la duda en sus capacidades y la ilusión por la propuesta.
Todas se miran sin saber qué decir, mientras Amy se ha sentado en el sillón ya casi desistiendo definitivamente.
-Yo secundo la moción-dice entonces Laura, rompiendo el silencio-. Estoy contigo, Amy.
Ésta se hace la sorda, sin creer que nadie más diga que sí, y sería muy difícil para ellas dos crear una cosa así.
-Yo no tengo batería, pero si me conseguís una puedo aporrearla un rato-sonríe Sey, y cuando las miradas de ambas se cruzan Amy también exhibe una sonrisa radiante.
-¿Por favor?-mira a las demás con ojos de cordero degollado.
-¿Quién va a cantar?-pregunta Sara.
-Hombre, eso creo que está claro-dice Helen, señalando con un gesto a una Amy que de repente se siente el centro de atención una vez más. Algo sonrojada, y al principio tartamuda, les explica el plan.
Frank, fumando en la calle, apoyado en la pared de la casa de Ray, de repente piensa en Amy. Le sorprende, porque sus pensamientos han estado vagando en otra dirección, pero ella se mete así, sin más, como bien podría irrumpir en su habitación la Amy real. Resbala por la pared hasta que queda sentado en el suelo.
Concentrado en los nubarrones sobre su cabeza y su dolor, no es consciente de lo que pasa a su alrededor, y por eso le sobresalta aquella risa de cuervo tan particular.
-¿Así piensas estar a partir de ahora? ¿Llorando por los rincones?
-No me merece la pena ni darte de ostias, Azafranito. Estoy harto.
Bufa como un gato.
-¿Sigues insistiendo en llamarme así?
-¿No es ése tu nombre?
Por una vez no contesta, y da una calada profunda a su cigarrillo. Frank sabe de alguna forma que está controlando su ira para poder comportarse. Con un salto ágil, como de mono, se pone otra vez en pie y tira su propio pitillo ya consumido, con intención de volver a entrar. Pero con un rápido movimiento, Gerard lo arrincona detrás de los contenedores y sin que pueda evitarlo le agarra fuertemente en la zona de la entrepierna.
-Recuerda, Bufón, recuerda-le susurra al oído, y el tono vacila entre seductor y airado.
-¿Re...cordar?-dice Frank con esfuerzo.
-Te tengo por los mismísimos cojones, no literalmente como ahora, pero así es, y lo sabes. Ten mucho cuidado con lo que haces.
Frank no puede contestar al principio, y finalmente Gerard le suelta la parte sensible, pero aún atrapándolo contra la pared. Le da un beso furioso que termina mordiéndole el labio inferior, con fuerza pero sin hacer sangre.
Cuando con esa risa calculadora Gerard vuelve a desaparecer dentro del garaje, Frank vuelve a caer al suelo, con el corazón acelerado y el grito atrapado sin poder salir en su garganta. Y piensa que desearía que los contenedores se le cayesen encima y lo ahogaran haciéndole formar parte de la basura que ya considera su hermana.
Concentrado en los nubarrones sobre su cabeza y su dolor, no es consciente de lo que pasa a su alrededor, y por eso le sobresalta aquella risa de cuervo tan particular.
-¿Así piensas estar a partir de ahora? ¿Llorando por los rincones?
-No me merece la pena ni darte de ostias, Azafranito. Estoy harto.
Bufa como un gato.
-¿Sigues insistiendo en llamarme así?
-¿No es ése tu nombre?
Por una vez no contesta, y da una calada profunda a su cigarrillo. Frank sabe de alguna forma que está controlando su ira para poder comportarse. Con un salto ágil, como de mono, se pone otra vez en pie y tira su propio pitillo ya consumido, con intención de volver a entrar. Pero con un rápido movimiento, Gerard lo arrincona detrás de los contenedores y sin que pueda evitarlo le agarra fuertemente en la zona de la entrepierna.
-Recuerda, Bufón, recuerda-le susurra al oído, y el tono vacila entre seductor y airado.
-¿Re...cordar?-dice Frank con esfuerzo.
-Te tengo por los mismísimos cojones, no literalmente como ahora, pero así es, y lo sabes. Ten mucho cuidado con lo que haces.
Frank no puede contestar al principio, y finalmente Gerard le suelta la parte sensible, pero aún atrapándolo contra la pared. Le da un beso furioso que termina mordiéndole el labio inferior, con fuerza pero sin hacer sangre.
Cuando con esa risa calculadora Gerard vuelve a desaparecer dentro del garaje, Frank vuelve a caer al suelo, con el corazón acelerado y el grito atrapado sin poder salir en su garganta. Y piensa que desearía que los contenedores se le cayesen encima y lo ahogaran haciéndole formar parte de la basura que ya considera su hermana.
Como ya se imaginaba, Sey encuentra a Amy fuera, medio escondida, consumiendo con cierta ansia un cigarrillo.
-No tienes que ocultarte para eso.
Amy la mira, mira el cigarro, se ríe y sacude la cabeza.
-Sé que no. Es sólo...
-¿Qué?-pregunta Sey curiosa, sentándose enfrente de ella en la hierba.
-Que no debería estar haciéndolo. Hacía años ya... Todo es culpa de él.
-Frank fuma bastante-asiente Sey.
-No. Gerard.
Hace una mueca de fastidio al ver la sorpresa de su amiga, y aparta la mirada.
-Ah... Gerard.
-Sí. Gerard. Gerard Gerard Gerard. Allá donde mire siempre está él. Sey...
-Dime-le apoya la mano en el brazo al ver que le cuesta seguir.
-Quiero que Frankie vuelva a casa. Quiero que vuelva.
A Sey se le encoge el corazón al ver el color aguamar en sus ojos, y cuando la lágrima resbala por su mejilla la recoge con la punta del dedo.
-Amy... No es fácil. No puedes esperar que Frank vuelva sin más. Imagínatelo, por un segundo. Por muy comprensivo que sea Frank, por lo que nos has dicho y por lo poco que le he visto, que es un cielo de hombre, todo hay que decirlo...-se sonríen-. Piénsalo sólo.
Amy asiente.
-En realidad...yo misma le dije que sufriría por mi egoísmo. Yo misma le dije que lo nuestro ni siquiera debió empezar.
-Tú le amas-dice Sey en un susurro, con la cabeza gacha-. Lo he visto con mis propios ojos, Amy; creo que te convences de que simplemente es su propio amor intenso lo que te hace quererlo tanto...¿Me equivoco?-se interrumpe por un momento.
-Es imposible no adorarle...-dice ella con ojos brillantes.
-Pero yo no lo creo. Me parece que lo amas tanto o más que a Gerard, y eso es decir mucho, hasta donde yo sé.
Amy la mira alucinada.
-No quiero que te ofendas Sey, pero...
-Eso se dice siempre que se va a ofender-sonríe ella interrumpiéndola, y Amy no puede evitar sonreír también-. ¿Pero...?-la invita a seguir.
-A mí sólo me parece que he usado a Frankie como bien le dije en su día. Que le adoro pero que... A ver, si no, ¿por qué sigo así con Gerard? Fuckin' fuck-murmura a lo último con toda la energía, y Sey ríe con ganas.
-Eres de lo que no hay, Amy Black.
Cuando Amy la mira, queriendo contestar a eso, enmudece de repente, y volviendo la cabeza suspira.
-No tienes que ocultarte para eso.
Amy la mira, mira el cigarro, se ríe y sacude la cabeza.
-Sé que no. Es sólo...
-¿Qué?-pregunta Sey curiosa, sentándose enfrente de ella en la hierba.
-Que no debería estar haciéndolo. Hacía años ya... Todo es culpa de él.
-Frank fuma bastante-asiente Sey.
-No. Gerard.
Hace una mueca de fastidio al ver la sorpresa de su amiga, y aparta la mirada.
-Ah... Gerard.
-Sí. Gerard. Gerard Gerard Gerard. Allá donde mire siempre está él. Sey...
-Dime-le apoya la mano en el brazo al ver que le cuesta seguir.
-Quiero que Frankie vuelva a casa. Quiero que vuelva.
A Sey se le encoge el corazón al ver el color aguamar en sus ojos, y cuando la lágrima resbala por su mejilla la recoge con la punta del dedo.
-Amy... No es fácil. No puedes esperar que Frank vuelva sin más. Imagínatelo, por un segundo. Por muy comprensivo que sea Frank, por lo que nos has dicho y por lo poco que le he visto, que es un cielo de hombre, todo hay que decirlo...-se sonríen-. Piénsalo sólo.
Amy asiente.
-En realidad...yo misma le dije que sufriría por mi egoísmo. Yo misma le dije que lo nuestro ni siquiera debió empezar.
-Tú le amas-dice Sey en un susurro, con la cabeza gacha-. Lo he visto con mis propios ojos, Amy; creo que te convences de que simplemente es su propio amor intenso lo que te hace quererlo tanto...¿Me equivoco?-se interrumpe por un momento.
-Es imposible no adorarle...-dice ella con ojos brillantes.
-Pero yo no lo creo. Me parece que lo amas tanto o más que a Gerard, y eso es decir mucho, hasta donde yo sé.
Amy la mira alucinada.
-No quiero que te ofendas Sey, pero...
-Eso se dice siempre que se va a ofender-sonríe ella interrumpiéndola, y Amy no puede evitar sonreír también-. ¿Pero...?-la invita a seguir.
-A mí sólo me parece que he usado a Frankie como bien le dije en su día. Que le adoro pero que... A ver, si no, ¿por qué sigo así con Gerard? Fuckin' fuck-murmura a lo último con toda la energía, y Sey ríe con ganas.
-Eres de lo que no hay, Amy Black.
Cuando Amy la mira, queriendo contestar a eso, enmudece de repente, y volviendo la cabeza suspira.
Se hace de noche con Frank aún tirado en el suelo de la calle. Por allí no pasa nadie, y los chicos de la banda interpretan que se ha marchado. Por eso, cuando Gerard, que es el último en salir tras despedirse con risas de "papá Ray", se acerca a los contenedores a tirar una lata de cerveza y se lo encuentra, suelta un bufido de sorpresa y casi susto.
-¿Qué coj...?
Frank no responde, la mirada perdida en el vacío, como pensativo. Gerard aún lo contempla un rato largo antes de que Frank abra la boca:
-Deja de mirarme y lárgate, Azafranito.
No le ve, pero le oye bufar.
-Ten un poco de dignidad, ¿no? Un poquito, Bufón, no es pedir demasiado.
-Vete al infierno.
Gerard ríe. Pero lejos de irse, saca un pitillo y se apoya con su habitual descaro en la pared y le sigue mirando fijamente, hasta que Frank siente hervir la sangre y finalmente se levanta.
-Qué fácilmente te picas-vuelve a reír Gerard-. Es muy divertido, demasiado.
-No...no hables así de mí-sisea Frank.
Por un momento abandona su pose de macarra, genuinamente sorprendido.
-¿Así cómo?
Frank no contesta al principio, y mira al suelo como sin saber qué decir.
-Pasó, pero una vez, tú y yo somos enemigos, joder.
Le oye soltar la carcajada, y levanta la cabeza bruscamente para mirarlo alucinado.
-Lo que yo decía. Demasiado divertido. ¿Esto es porque estás molesto por lo de antes, Bufoncito?-le dice con voz melosa.
-Cierra la puta boca, Azafranito. No te pega ese tono. Y no.
Cruzan una mirada.
-No sé a ti, enano, pero a mí no me disgustó en absoluto-su chulería, patente en un gesto tan simple como las caladas a su cigarro, saca de quicio a Frank. Todo él le saca de quicio.
O del armario, piensa de repente. Al principio se queda paralizado, luego le da un ataque de risa tan brutal que Gerard casi se asusta.
-If life ain't just a joke, then why are we laughing?-parafrasea una de sus canciones, y entonces sí que Gerard abre los ojos como platos.
-If life ain't just a joke, then why am I dead?-pero sigue sin poder evitarlo la canción, y lo dice como en serio.
-¿Estás muerto, Azafranito?-sigue descojonándose Frank.
-Acércate y te lo demuestro-tuerce la sonrisa.
Enmudece de repente.
-Que no hables así-sisea otra vez.
-No tengas miedo, Frank. Si pasó pasó por algo, ¿no crees?
-Porque...porque eres lo puto peor, por eso-se da la vuelta, incapaz de mirarle.
-Te veo y pienso en una doncella ruborizada, Bufoncito-ríe Gerard.
Frank se da la vuelta bruscamente.
-¡Vete a la mier...!
Le calla con un beso, y Gerard sonríe cuando le ve sonrojarse.
-¿Esto te asusta, Frank?
No contesta, y Gerard no puede evitar torcer la sonrisa nuevamente, pensando que le tiene exactamente donde quería.
-¿Qué coj...?
Frank no responde, la mirada perdida en el vacío, como pensativo. Gerard aún lo contempla un rato largo antes de que Frank abra la boca:
-Deja de mirarme y lárgate, Azafranito.
No le ve, pero le oye bufar.
-Ten un poco de dignidad, ¿no? Un poquito, Bufón, no es pedir demasiado.
-Vete al infierno.
Gerard ríe. Pero lejos de irse, saca un pitillo y se apoya con su habitual descaro en la pared y le sigue mirando fijamente, hasta que Frank siente hervir la sangre y finalmente se levanta.
-Qué fácilmente te picas-vuelve a reír Gerard-. Es muy divertido, demasiado.
-No...no hables así de mí-sisea Frank.
Por un momento abandona su pose de macarra, genuinamente sorprendido.
-¿Así cómo?
Frank no contesta al principio, y mira al suelo como sin saber qué decir.
-Pasó, pero una vez, tú y yo somos enemigos, joder.
Le oye soltar la carcajada, y levanta la cabeza bruscamente para mirarlo alucinado.
-Lo que yo decía. Demasiado divertido. ¿Esto es porque estás molesto por lo de antes, Bufoncito?-le dice con voz melosa.
-Cierra la puta boca, Azafranito. No te pega ese tono. Y no.
Cruzan una mirada.
-No sé a ti, enano, pero a mí no me disgustó en absoluto-su chulería, patente en un gesto tan simple como las caladas a su cigarro, saca de quicio a Frank. Todo él le saca de quicio.
O del armario, piensa de repente. Al principio se queda paralizado, luego le da un ataque de risa tan brutal que Gerard casi se asusta.
-If life ain't just a joke, then why are we laughing?-parafrasea una de sus canciones, y entonces sí que Gerard abre los ojos como platos.
-If life ain't just a joke, then why am I dead?-pero sigue sin poder evitarlo la canción, y lo dice como en serio.
-¿Estás muerto, Azafranito?-sigue descojonándose Frank.
-Acércate y te lo demuestro-tuerce la sonrisa.
Enmudece de repente.
-Que no hables así-sisea otra vez.
-No tengas miedo, Frank. Si pasó pasó por algo, ¿no crees?
-Porque...porque eres lo puto peor, por eso-se da la vuelta, incapaz de mirarle.
-Te veo y pienso en una doncella ruborizada, Bufoncito-ríe Gerard.
Frank se da la vuelta bruscamente.
-¡Vete a la mier...!
Le calla con un beso, y Gerard sonríe cuando le ve sonrojarse.
-¿Esto te asusta, Frank?
No contesta, y Gerard no puede evitar torcer la sonrisa nuevamente, pensando que le tiene exactamente donde quería.