viernes, 17 de junio de 2011

1. FIRE AT WILL


    Uno tendría la impresión, en un sitio tan lleno de luz como California, que la felicidad va impregnada en los poros de la piel. En un sitio como aquél, parece que se viviera en una constante peli típicamente americana, con sus playas, su surf, jóvenes de anuncio que se divierten de manera responsable, tan sólo desfasando muy de vez en cuando.
    Cuando ve las pelis o series ambientadas en California, Amy se pregunta dónde vive realmente. Si quizá, aunque lo ponga en todos los carteles, documentos, etc, no será que tal vez aquella sea la California de un país distinto. O continente.
    O puede que, incluso, de otro puto planeta.
    Sí, vive al lado de la playa. Sí, si miras superficialmente, verás todo eso que sale en las televisiones y pantallas, los surfistas, las chicas con cuerpo de ensueño perfectamente bronceadas paseándose en bikini, la luz, las sonrisas, la paz.
    En cambio, Amy mira y sólo ve infierno. Pero ¿cómo explicarle a nadie, viendo aquellas imágenes idílicas, lo distinto que es para ella?
    Dando un resoplido de fastidio, echa a correr, sin rumbo fijo, sin mirar atrás.


    Cuánta luz, piensa Frank. ¿Será por eso por lo que lo han mandado allí? ¿Creían que aquella luz sería capaz de desterrar toda la oscuridad de su rebeldía? Que iría a la playa a broncearse, o dejaría de vestir con aquella ropa. Frank se descojona sólo de pensarlo. Él como un surfista cachas. Sí… bonito sueño tenían. Qué mas da, se han librado de él, como querían. Tendrá que acostumbrarse.
-Frank, cielo, espero que disfrutes de tu estancia en California. Tu madre y yo hemos hablado largamente sobre el tema, y si no te sientes a gusto con algo, sólo tienes que decírmelo, ¿vale?
    Su ternura al hablar es claramente de madre, pero Frank nota algo, un soplo de aire helado, un vacío, en sus palabras y su expresión. No está diciendo que sea incapaz de sentir; es sólo que, al igual que su madre, hay algo dentro de esos sentimientos que falta. Aunque tampoco sabe qué será.
-No se preocupe, señora-dice con una sonrisa tímida, sin apenas alzar la voz.
-Espera aquí mientras pido que coloquen todo esto, ¿quieres?-a Frank le parece más que evidente desde el primer momento que aquella mujer está acostumbrada a mandar, mover, guiar. Que todo orbite a su alrededor, como el Sol con los planetas moviéndose, siguiendo su compás. La oye murmurar al que parece su…¿mayordomo? Él nunca ha visto nunca en directo, así que no lo puede decir con certeza.
-El chico es tan tímido…y parece tan formal…no lo entiendo.
    Siente la rabia pulsando en sus venas. Pero no se deja controlar por ella. Está demasiado acostumbrado, después de tanto tiempo.
    Es el rebelde más adorable que existe.
-¡Amy! ¿De dónde vienes? ¡Mírate, estás hecha un desastre!
-Pero mamá, como soy el tipo de basura humana que adoras, no te importará.
-¿¡¿Qué?!?-ese tono de voz lo conoce bien Frank. Le recuerda mucho a su madre…-. Thomas, ¿en qué momento, en qué momento…? Algo he hecho mal.
-Sí sí sí, mamá, eres una madre horrible, la niña te ha salido rarita, y toda esa mierda que no paras de repetir-entra en la cocina farfullando, donde se topa por sorpresa con Frank, que obedientemente espera sentado en una de las sillas alrededor de la mesa. Con una sonrisa queda, decide seguir siendo el adorable.
-Hola-saluda, otra vez con un hilo de voz.
    Amy aún le mira algo pasmada por unos instantes, de arriba abajo, como escaneándole, y responde:
-¿Qué? ¿Qué has dicho?-su tono de voz sale brusco.
    Frank piensa por un momento que aquel tono resulta extraño en su voz algo grave pero dulce, armoniosa. Casi le parece un acorde recién salido de su guitarra.
-Hola. Ya sabes, es la palabra que usa la gente para saludarse-tuerce la sonrisa.
    La ve debatirse entre la sonrisa y las ganas de pegarle.
-Hola. ¿Tú eres…?
    En aquello se parece a la madre, se dice Frank. La autoridad en la voz incluso aunque no la pretenda realmente. Su desdén, sin embargo, es el primero que no le hace daño o le cabrea, sino que realmente le divierte.
-Me llamo Frank Iero-sigue portándose como el chico bueno, y le tiende la mano.
    Ella mira fijamente su mano, pero ni se mueve ni parece tener intención alguna de estrechársela.
-Amy-contesta simplemente-. ¿Eres otro de los proyectos de mi madre?
    Confundido, Frank tarda en contestar.
-¿Proyecto?
-Sí. ¿Por qué te metieron en chirona? ¿Por robar caramelos? Porque no te veo matando a gente ni nada parecido.
    ¿De dónde le vendría toda aquella agresividad? Más que decir hola y presentarse, parece que le hubiera atacado.
-No vengo de la cárcel-frunce el ceño, preguntándose de qué coños hablará.
-Pues pareces mayor para el correccional-si su voz son los acordes de una guitarra, desde luego tiene toda la fiereza de una eléctrica. Oírla hablar es como escuchar metal… y del más duro.
-Tampoco vengo de allí-a pesar de todo, Frank, por alguna razón, no puede hacer otra cosa más que sonreír.
-¿Por qué sonríes de esa manera?-el ceño de ella sí que se frunce con estilo. Parece como una marca de la casa-. ¿Y de dónde coño vienes entonces?
-De New Jersey-aparta él la vista, tratando de no dejarse dominar por los recuerdos.
    Eso la deja definitivamente sin palabras. Le mira por un instante con los ojos como platos, pero enseguida recobra la compostura.
-Uhm-dice simplemente, el ceño fruncido, los brazos cruzados.
    Frank tiene que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no reírse a carcajadas. No cree que le gustara ni un pelo… Pero al final se le escapa una pequeña risa.
-¿De qué te ríes?-como imaginaba, le increpa enseguida ella.
    Él se sorprende al notar su inseguridad, nítidamente, tras todo aquel manto de agresividad. Le parece que, aunque se disfrace de mar enfurecido, en realidad es más bien una playa de aguas cristalinas en calma.
    Y siente que por primera vez es capaz de ver aquella luminosidad que hace tan célebre al estado de California.


    Mientras mastica furiosamente una manzana, Amy piensa en aquel extraño que su madre ha metido en casa. Ya le ha explicado toda la situación, y rogado que fuera amable con él mientras estuviera aquí. Por cómo le había hablado su madre de él, parecía un pardillo de esos que se fueran a romper en cualquier momento como les hablaras con algún decibelio de más. Pero ella sólo había visto a un fanfarrón, casi intruso en su propia casa, que sonreía burlonamente mientras prácticamente se mofaba de ella. ¿Y tenía que ser amable? Ya, claro.
     Su expresión se ensombrece aún más cuando aparece en la cocina, algo despistado. Ya lleva un par de días allí pero sigue como perdido, confuso.
-Tu madre me dijo que me sirviera yo mismo el desayuno…-me dice, y su expresión sigue siendo la del primer día. La confusión desaparece y aparece la mofa.
-Claaaaro, está usted en su palacio, milord-hago una reverencia exagerada, intentando cabrearle, pero sólo consigo una carcajada limpia, pura, que me sorprende. Ha soltado un par de risitas desde que llegó, sobre todo estando ella, pero era la primera vez que lo oía reír realmente. Y le gustaba aquel sonido.
    Aún algo aturdida, y a pesar de sus intenciones iniciales, Amy se ve a sí misma sacando todo de la nevera y armarios para que elija el desayuno a su gusto. Sus gestos inconscientes, como plantarle la tostadora delante con algo de brusquedad cuando le ve coger el pan, hacen sonreír más y más a Frank. Aún no se siente del todo cómodo en su… “nuevo hogar”, pero le parece estar muy cerca cuando coincide con ella en la misma habitación.
-Zumos hay prácticamente de todos los sabores, así que no creo que haya ningún problema para milord…-dice Amy con la cabeza dentro de la nevera, y la frase muere en sus labios cuando al darse la vuelta lo tiene justo detrás.
-Ya tengo suficiente, gracias-aquellos finos labios apenas hacen un boceto de lo que sería una verdadera sonrisa, pero por unos segundos hipnotizan a Amy. Hay cierta dulzura en su expresión, que no conseguía ver con toda su burla. Pero estando tan cerca… Contiene un suspiro.
-Supongo que tendré que enseñarte el lugar, ¿no?-salta ella de repente, deshaciéndose de aquella proximidad que la perturba.
-¿Enseñarme el lugar?-sus finos labios se tuercen otra vez.
-Apenas has salido de casa desde que llegaste…supongo que tienes miedo de perderte-le dice con intención de provocar.
-O que no sé tampoco muy bien a dónde ir-sonríe él.
-Yo tampoco tengo mucha idea…-dice ella en voz baja, y antes de que un sorprendido Frank pueda preguntar, sale de la cocina dejándole a solas.

    Desde luego, aquel lugar es bien distinto de New Jersey. La luz del sol hasta casi le hace daño en los ojos, y se fija en que varias personas les miran, algunos con miedo, otros con sorpresa, otros con desdén, por las pintas que llevan. Porque, y eso es lo que más sorprende a Frank, Amy no se parece a ninguna de las chicas que ve por allí. Su piel parece demasiado pálida para haberse criado en un lugar con tanto sol. Sus camisetas, de grupos tan variopintos como casi desconocidos, sus pantalones raídos, sus medias rotas, y esas botas que no parecen lo más indicado con tanto calor. Sus propias Vans empiezan a resultarle algo pesadas, y la fricción provocada por el sudor, le parece, le dejará unas bonitas ampollas al día siguiente. Pero ella, a lo que a lo dicho hay que añadir un pesado maquillaje, rimel y lápiz de ojos que sin duda destacan sus ojos claros, parece llevarlo con total normalidad. La oscuridad caminando con firmeza entre la luz.
    Visitan tal cantidad de sitios que Frank no se cree capaz de recordar el nombre y el camino hacia todos al día siguiente. Con algo de asombro, se da cuenta de que todos los sitios parecen estar escogidos especialmente para él. ¿Cómo es siquiera posible? Una de dos, o le está llevando a sus propios sitios favoritos, y resulta que coinciden en prácticamente todo, o… Apenas le conoce, no puede ser. Habría descubierto en un par de días lo que gente que le conocía de siempre no había descubierto en años.
    Por último, le lleva a una tienda de discos de la que cree enamorarse para los restos. Es una tienda pequeña, de las de antes, con tesoros inapreciados por la gente que compra la música como quien compra la comida, empaquetada, clasificada, casi hasta artificial. Al fondo, hay un rincón oculto en el que entran como quien entra en un club reservado para muy pocos.
-Hola Andy-dice ella con una sonrisa, y Frank se queda parado un momento, grabándola en su mente, al ser la primera que le ve. Ella no parece ni notarlo, casi abalanzándose sobre una guitarra negra y blanca, de perfil estilizado, y que por la posición de las cuerdas debe sonar tan agresiva como él pensaba sobre su voz. Sonríe, y observa atentamente sus movimientos. A pesar de su evidente entusiasmo, la coge con mucho cuidado, casi con reverencia, como quien coge cerámica delicada. Cuando coge posición con las manos, parece acariciarla, como si quisiera sentir el tacto de la guitarra, y fundirse con ella para, por un rato, ser una sola cosa.
    Frank siente su corazón acelerarse sin poderlo evitar. Con la respiración contenida, la ve arrancarle los primeros acordes, e incluso llega a canturrear suavemente, y Frank se pierde en la magia, de tal manera que apenas es consciente cuando deja de tocar.
-Cada vez la dominas más, Amy-el tal Andy la alaba con pasión, al parecer también algo hechizado por el momento.
-Meh-se encoge ella de hombros-. No es realmente así. La mayoría de las veces suele ser al revés.
    Andy asiente, comprendiendo perfectamente lo que quiere decir.
-¿Tu amigo también quiere probar?
    Ambos, Amy y Frank, se miran sorprendidos. Amy titubea.
-Bueno…no sé… ¿Frank?
    La duda le deja paralizado.
-Yo…no, gracias…-otra vez aquella fina sonrisa.
-Vamos, Frank, no sonará como la tuya pero puedes probar alguna otra-salta Amy.
    La mirada que le echa él casi la hace enrojecer.
-Vi la funda encima de la cama el otro día cuando pasé al lado de tu habitación, así que no me mires así, es un poco un secreto a voces.
    Torciendo la sonrisa, Frank se vuelve hacia las guitarras. Pasa los dedos por ellas ligeramente, hasta que le parece notar un chispazo con una de ellas, y la coge sin dudar. Amy no le quita los ojos de encima, curiosa.
    Y cuando Frank se arranca, Amy ya no está allí. Le parece estar en cualquier otro lugar, uno muy lejano y muy distinto. Está oscuro pero no tiene miedo. Aunque no parece un lugar muy indicado para pasear tranquilamente, las cosas parecen caer sobre ella, la metralla hincársele en la piel, no tiene ningún miedo. Porque tiene algo dentro, algo que la empuja y la levanta del suelo.
    Cuando termina, descubre lágrimas en sus ojos, y se da la vuelta rápidamente para que nadie las vea.
-Jo-der, tío, a eso lo llamo yo tocar-Andy tiene la boca abierta.
    Frank se lleva la mano a la cabeza, en un gesto tan adorablemente tímido que derretiría un glaciar.
    Cuando salen de la tienda, Amy no le mira, sintiendo que la fuerza de aquel momento aún le reverbera en la piel; por el contrario, Frank es más consciente de nunca de ella, de todo su ser, porque cuando la ha visto tocar le ha parecido ver una parte auténtica de su yo. Y se siente realmente fascinado. Ve la playa a lo lejos; un puerto algo atestado de gente, pero el mar parece llamarle.
    Agarra la mano de Amy y tira de ella, impaciente por llegar. La siente sacudirse durante un segundo por el contacto, lo cual le dibuja una sonrisa mientras la arrastra corriendo hasta la arena. Cuando por fin la pisan, se tira al suelo, soltándola por fin, y se revuelve como lo haría un cachorro.
    Amy le mira alucinada.
-¿Pero qué haces…?
    A pesar de todo, no mira alrededor, intentando pasar desapercibida mientras él monta el espectáculo. Realmente parece ser poco consciente de la gente a su alrededor. Frank vuelve a sonreír.
-¡Vamos, es divertido!-la agarra de las piernas, provocando que caiga al suelo, e intenta removerla, rebozarla con la arena como si fuera una croqueta.
-¡Pero suéltame, tío chalado…!
    Oyen una risa suave surgida de alguna parte. Frank frena, y ambos alzan la vista a tiempo para ver una fina figura, casi andrógena, coronada por un rojo fuego en el que es imposible no reparar. A ambos lados, casi como escoltándole, un larguirucho de flequillo caído sobre los ojos y gafas de pasta, y uno más robusto con una frondosa mata de pelo rizado.
    Frank ve a Amy sonrojarse violentamente y mirar al suelo de inmediato, y cuando están bien lejos, se levanta del suelo refunfuñando algo que él no consigue entender.
-¿Quiénes eran esa panda?-ríe divertido por la imagen que acaba de presenciar.
    Ella vuelve a murmurar algo que no entiende.
-No te entiendo…-también le divierte aquella actitud de ella.
-Los hermanos Way, que son el del pelo de azafrán y el de las gafas, y el del pelo afro es Toro.
-Way y Toro-Frank se parte, lo que parece aumentar el inesperado y repentino enfado de ella.
-¿Qué es tan gracioso?
    Frank no contesta, sino que empujándola vuelve a tirarla al suelo. Ella se libra como puede, pero él la persigue por toda la playa.
    Ya empiezan a frenar algo cansados, y ella le está llamando de todo caminando con actitud amenazadora hacia él, que camina de espaldas para mirarla mientras ríe a carcajadas. Pero entonces, la expresión de ella cambia, y parece volverse aún más pálida, si es eso posible. Preguntándose que habrá visto, choca de repente con algo…
    … O alguien.
-Eh tú gnomo, podrías mirar un poco mejor por dónde andas-el pelo de azafrán, como había dicho Amy, le mira con una expresión de cierta superioridad.
-Lo mío al menos tiene disculpa, que no estaba mirando, pero tú deberías revisarte la vista porque casi me comes-no vacila en responder.
    Le parece ver un brillo peligroso en aquellos ojos verdes.
-Vaya, Black, te has echado un amigo bien graciosillo, ¿eh?-dice entonces él dirigiéndose a Amy.
    Ella contesta otra vez murmurando algo ininteligible. Al azafrán parece hacerle mucha gracia, y sus amigos también ríen acompañándole.
-Tan parlanchina como siempre…-sigue picando el azafrán.
-Y tú tan ocurrente como siempre, Gerard-parece resucitar la Amy que Frank conoce por fin, y le agarra del brazo llevándoselo lejos de allí.
-Vamos Black, no ha sido para tanto, no huyas otra vez.
    Amy, sin darse la vuelta, alza la mano y hace que Frank abra los ojos como platos: saca el dedo índice, con energía, con decisión. Él, que arrastrado por ella camina otra vez de al revés, ve la cara atónita por un segundo del tal Gerard, y las risas de sus amigos que brotan al instante, antes de que él, con lo que parece una orden seca, se los lleve de allí.  

5 comentarios:

  1. JO-DER
    ¿De verdad dudabas si escribir?
    No te conozco, pero parece que hubieras nacido para esto, la forma de hablar, ¡de crear personajes! El personaje de Amy es brutal, sin pelos en la lengua, caracter dificil, sarcastico, MUY mala ostia, es increible, la forma de describir su voz como acordes de guitarra fue una genialidad, el ambiente californiano, Frank, es genial, su timidez, tranquilidad ante todo, la forma en la que mira a Amy, es obvio que los dos quieren algo, pero supongo que las cosas no seran asi de faciles...
    Cuando tocan las guitarras es AGSFGHASFGAFSGHAFSGHA porque no tengo palabras, indescriptible, la forma de jugar de Frank en la playa, haciendo enfadar a Amy, genial,
    y sobre todo, la aparicion final de Ray MIkey y Gerard, alucinante, POR DIOS, SIGUE ESCRIBIENDO.
    Soy adicta a tu fic californiano y una fiel seguidora, esta genial, hecho, ahora por desgracia para ti te estare acosando hasta que subas mas xD

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  2. Y yo digo lo mismo *-* (a pesar de llegar con borrachera, cosa que ya te avisé xD) Pero tranqui, me lo leeré de nuevo.
    Aiss Frank *Q* y Amy! Por dios adoro la personalidad de esa chica, totalmente contraria al resto del mundo. Hasta me identifico con ella y todo.
    Y al final TATATACHAN!! La pareja Way y el acompañante Toro. ¿Que pasara? María nos deja con la duda.
    ¡¡SIGUE ESCRIBIENDO!! Como te dije, yo te leería, y lo voy a hacer, asi que espero tus capítulos con ansias.

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  3. Me ha encantado, es genial, no tengo palabras, de verdad.
    Me encanta Frank, durante todo el relato quería meterme en la pantalla y comérmelo a besos, es tan dsfdgfghjgjfgjhfkuthgtkivghiebtteb.
    Amy es... como dijo Sara, brutal, muy viva, muy real, que no solo tiene una cara, que tiene muchas, sus facetas.
    Las guitarras, dios,es un momento tan AGJHGDJJWEKHKB. Porque ahora no sé si hay alguna manera de describirlo que no sea dejando correr un hamster por el teclado.
    Me muero por saber qué pasa con el borde de Gerard, que me recuerda a las Ashleys de la banda del patio. xDDDD
    Sigue, sigue, por dios.
    Ahora, btw, no sé si mi próximo cap. de Transmissions molará tanto como este ._. *duda de sus capacidades*

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  4. Me ha en-can-ta-do.

    ADORO a Frank, su carácter.
    ADORO a Amy, aunque es un tanto malhumorada (xD), pero es genial, me encanta su carácter.

    Me encanta cómo describes cualquier detalle, cualquier cosa, como por ejemplo la situación en la que tocan las guitarras en la tienda... he cerrado los ojos y casi podía escuchar el amor y el sentimiento con el que tocaban la guitarra, tanto Frank como Amy. De verdad.

    Solo hay una cosa que he encontrado para modificar... hay un momento en que dice Amy:
    " -Claaaaro, está usted en su palacio, milord-hago una reverencia exagerada, intentando cabrearle, pero sólo consigo una carcajada limpia, pura, que me sorprende. Ha soltado un par de risitas desde que llegó, sobre todo estando ella, pero era la primera vez que lo oía reír realmente. Y le gustaba aquel sonido."

    En ese párrafo, pasas de hablar desde el principio del fic en tercera persona a hablar en esa frase en primera persona. Eso ha hecho perderme un momento, pero nah, no es nada xDD

    Por lo demás... ¡me ha encantado, en serio! :3

    <3

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  5. ¡¡GENIAL!!

    Está jodidamente bien, se lee de maravilla y , aunque sea el primer capítulo aún, el argumento pinta super bien.

    Me ha pasado lo mismo que a María o Jud (no sé quién escribió), pero en medio segundo he encontrado de nuevo.

    Frank, jodidamente adorable, timidillo pero con pelotas. Me lo como entero. Y Amy es genial, tiene mucha personalidad y de alguna manera me recuerda un poco a mi misma, con su carácter.

    Lo puse en twitter, pero por si no lo has leído, casi me meo de la risa intentando imaginarme a Frank como un surfero cachas. No he sido capaz de completar la imagen.

    Y cuando has descrito a Gerard... casi me da algo. " una fina figura, casi andrógena, coronada por un rojo fuego" Perfecta descripción, he sonreído como una nena con juguete nuevo.

    Y por supuesto, esa manera que tienes de describir cómo se sienten, la asociación que escribes entre el sentimiento del personaje y la música, las guitarras, me ha dejado pasmada.(He intentado mencionar las figuras retóricas específicas para expresarme, pero hace ya muchos años que me olvidé de las clases de literatura. Juraría que es una metáfora o algo así, pero no estoy segura. Me siento inculta)(el anterior paréntesis sólo cuenta para mi.)

    Consigues que el sentimiento del personaje se traslade al lector, por lo menos conmigo.



    Como te vuelva a leer en algún lado que no escribes bien, vamos a tener más que palabras.

    ¡¡¡Voy a por el siguiente!!!

    Un abrazo.

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