sábado, 8 de octubre de 2011

13 AND WITHOUT YOU IS HOW I DISAPPEAR

Amy ya no sabe qué pensar. Frank no sólo ha entrado en la banda, sino que al parecer se encuentra de maravilla entre ellos. Sospecha que la razón principal es el haber hecho buenas migas con Michael, el batería, ya allá en aquella fiesta en la playa donde empezó todo. Ha ayudado mucho en la buena predisposición de tanto el firme Ray como el fiel Mikey a aceptarlo en la banda como uno más. Y Gerard…
¿Qué cojones pasaba con Gerard?
Cuando Amy pregunta a Frank, aunque trata de no sacar el tema enseguida, él actúa de forma algo extraña, con evasivas, bromas repentinas, y sonrisas fulminantes que le impiden seguir indagando. Amy esperaba oírle soltar una retahíla de burlas cada noche después de algún ensayo, o incluso ponerse algo furioso por la actitud de Gerard (que sabía que molestaba bastante a Frank), pero… Nada. El silencio más absoluto. Y extraño.
Así que toma una decisión. Ha preferido evitarlo, por el bien de todos se dijo, pero ya no puede más. Se pregunta si dejarlo caer sutilmente, o decirlo sin más…
-Qué cara tienes hoy-se burla Frank.
-Frankie-se pone mimosa-, ¿puede haber público en vuestros ensayos?
Él la mira fijamente. Sabe que la está escaneando, buscando la razón detrás de aquella repentina ocurrencia.
-¿Quieres hacer de groupie conmigo?-tuerce la sonrisa.
-Claro, y enseñar las tetas cuando me emocione especialmente.
-No enseñarás las tetas así como así, jovencita-frunce el ceño.
-¿Eso son celos, señor Iero?
-¿Celos?-ríe él, y de repente se queda con la mirada perdida-. Celos… muy gracioso.
-¿Qué es lo que tiene de gracioso?-frunce ella también el ceño, sin saber si ha de hacerlo por cabreo o por pura extrañeza.
-No hace falta que enseñes las tetas para que yo tenga celos-sonríe él. Esa sonrisa, Amy empieza a distinguirlas, es la que pone cuando trata de suavizar un tema que, en realidad, le causa mayor tensión de la que aparenta. Uh, oh.
-Frankie… Yo…no quiero…
Él la silencia con un suave beso en los labios.
-Lo sé, lo sé. Tú no tienes la culpa de mi testosterona de machote.
Sin poder evitarlo, Amy estalla en carcajadas, y Frank la secunda al verla.
-“Testosterona de machote”… Tú lo que necesitas es un buen psiquiátrico.
-Claro-y la sonrisa que pone, muy dulce, hacen que Amy le frene antes de que siga.
-No me vengas con lo de “porque estoy loco por ti” que eso está muy visto, señor Iero.
-Oh, mierda-ríe él, ya en su cuello, acechándola y haciendo que deje de pensar…
-Mister Testosterona-le aparta-, trato de hablar con usted.
-Te llevaré al próximo ensayo-dice él rápidamente, e intenta volver a lo que estaba, pero Amy vuelve a apartarle suavemente con una risa.
-Te viene al pelo el nombre, ¿eh? No, Frankie, a ver… Si no te gusta la idea, no hace falta que vaya.
-No, está bien, no serás la única invitada-ríe entonces él.
Le mira con ojos como platos.
-¿Ah, no?
-Al parecer va a venir alguna gente… primos o amigos o gente que recogen por ahí, no sé-ríe al verla bufar.
-Ah bien… Al menos no estaré forever alone fangirleando, mejor.
-Sí lo estarás, no habrá ninguna tan loca como tú.
-Mira a ver que todavía te dejo en mal lugar…


Amy quería creer que aquello no era más que una pesadilla. Que, al despertar, podría ver la cara de Gerard de nuevo.
Su única esperanza.
Acurrucada en el sofá, mira fijamente a esa persona que en su día le dio la vida y ahora parece querer arrebatársela. Su carcelera déspota e insensible. Su madre.
Madre” es una palabra que debería recordar a ternura, a abrazos, a comprensión y cariño inabarcables. No desatar ese pozo sin fondo de oscuridad que era el interior de Amy ahora mismo. Se dijo que no era normal odiar a su propia madre, pero… Contuvo las lágrimas al volver a aparecer en su mente unos ojos verdes.
No puedes seguir llamando madre, una palabra tan llena de luz, a alguien que quiere alejar de ti a tu única esperanza.
-Amy, haz el favor de comer lo que tienes en el plato.
No contestó. Miró el plato como sin saber lo que era, luego la miró fijamente, y finalmente volvió a perder la vista por la ventana, como era su estado natural últimamente. Su madre suspiró, resopló, la riñó, pero no consiguió nada.
Ni siquiera sabía dónde estaba, qué hacía, qué le habrían dicho o hecho por… Él no había hecho nada malo. Absolutamente nada. Pero el mundo suele ver las cosas del revés, y ensuciar lo bello.
-¿Hasta cuándo piensas seguir con esta tontería?
Silencio.
-Amy, contesta a tu madre-se le endureció el tono, autoritario y férreo.
Por toda respuesta, y mirándola con esa mirada perdida como queriendo atravesarla, se levantó del sofá, y sin abrir la boca salió del salón en dirección a su habitación.
-¡¡¡Amy!!!-chilló su madre, ya desesperada-. ¡Vuelve aquí!
Thomas intentó tranquilizarla y dejar que Amy subiera en paz a su habitación. Allí se encontró de frente con el dibujo de Jack Skeleton, y las piernas le fallaron, y acabó en el suelo, tumbada en la alfombra de lado, en posición fetal. Murmurando cosas sin sentido con los ojos sin vida.
-Gee…


Aquello no podía ser un garaje… Amy sabía que la impresión era grande por ser el garaje pequeño, y aunque hubiera en realidad pocas personas parecían muchas por el poco espacio que dejaban los instrumentos para moverse.
Ha llegado discretamente, ella sola, un rato después de la hora aproximada que le había dicho Frank. Pensó que así habría gente ya allí, y no se notaría tanto que llegaba ella… Aún así, le parece sentir las miradas de todos cuando entra, a pesar de hacerlo lo más sigilosamente posible. Pero afortunadamente ya están a punto de empezar a tocar, por lo que ella se coloca en un rincón dispuesta a ver el espectáculo, pero sin sentirse para nada incómoda por estar ella sola cuando los demás se juntan para hablar entre ellos. La mayoría son chicas, puede ver, y contiene una sonrisa. No le extraña, porque los músicos siempre llaman la atención, y además… Los observa atentamente. Joder, es que bien mirados son como un banquete. Por sus gestos le parece adivinar las preferencias de cada una, y una punzada de celos la sacude al verlas señalar a Frank, y a… Gee. Suspira. No debe sentir celos. Por nadie.
Se vuelve cuando siente un golpe brusco en su espalda, y acto seguido se encuentra con una disculpa y una sonrisa enorme que por un momento le impiden reaccionar.
-Lo siento, casi acabamos las dos en el suelo, si me descuido.
Unos ojos grandes y expresivos la miran sin maldad. La sorprende el color de su pelo, tan negro que, piensa, ha de ser de tinte. Contrasta con la palidez de su piel.
-No es nada-sonríe, sin poder evitarlo.
-A quién se le ocurre, juntarnos en un sitio tan pequeño-pone los ojos en blanco.
Amy sonríe, sin decidirse a decir nada más. Socializar nunca ha sido su punto fuerte; realmente no porque no sepa, sino porque nunca lo ha necesitado. Puede hablar con la gente si se siente “obligada” por las circunstancias, pero prefiere pasar desapercibida.
-Creo que eres la única que no conozco aquí, de los que estamos de público, vamos.
-Sí… me ha parecido ver que venís todos juntos.
-En teoría venimos por Mike… aunque ahora que los veo, me dan buenas vibraciones.
-¿Qué Mike?-no se puede resistir a preguntar Amy. Podría hablar de Mikey, pero también del batería.
-El batería-lo señala con un gesto enérgico-. Elisa es su prima-señala a lo lejos a alguien a quien Amy no distingue-, nos dijo que su grupo molaba, y nos hemos decidido. ¿Tú sabes cómo se llama el guitarrista?
-¿Cuál de los dos?-tuerce la sonrisa.
-Oh, claro-sacude la cabeza-, el del pelo afro no, el otro, el bajito. Es gracioso que yo diga lo de bajito-efectivamente, aquella chica no es muy alta-, pero es para que me entiendas… ¿Sabes cómo se llama?
Mirándole coger la guitarra y colocarse discretamente, como con vergüenza, Amy sonríe con orgullo.
-Frank. Se llama Frank.
Nota que la chica le observa fijamente.
-¿Vienes por él?
La mirada se le desvía sin querer hacia el micro, donde Gerard ya se apoya y charla con Ray despreocupado, con su sonrisa mojabragas.
-Podría decirse-responde ella con tono neutral.
-Me llamo Sey-dice ella, tendiéndole la mano.
Por unos segundos duda, pero acaba estrechándosela.
-Yo soy Amy.
-Amy… me gusta.
A Amy le gusta su sinceridad, y aquellos ojos expresivos aunque algo tristes, junto con su atuendo. Las coletas que le cuelgan a ambos lados de la cara bailotean con cada uno de sus movimientos, y su ropa la calificaría de “colegiala rockera”.
Se encoge de hombros.
-Es un nombre como otro cualquiera.
-Tal vez no hablaba sólo del nombre.
Su sonrisa abierta, genuina y sincera, de repente pone nerviosa a Amy, pero la música empieza, y deja de pensar.


Noche en el calabozo. El vacío de la indiferencia de sus padres, preocupados tan sólo por el qué dirán. El ni siquiera poder volver él mismo a por sus cosas en aquella casona, ¿qué temían, que se alejara hasta…?
Los últimos días habían sido un infierno en la Tierra para Gerard, y todo indicaba que no estaba ni mucho menos a punto de mejorar.
No le importó cuando le llevaron hasta aquel agujero con rejas, o todo lo que pasó después. Apenas era consciente. No cuando le habían quitado su última razón para respirar. Se negaba a pensar en ella, pero inevitablemente se colaba en su cabeza, por cualquier rendija, por cualquier escombro en su firme muro mental. Aún podía notar el calor de su cuerpo y el olor agradable, impensable en aquella situación, que desprendía en la bañera. Veía sus ojos azules, similares al abismo del cielo despejado, tiñéndose de algas que hacían de su mirada algo más terrenal. Oía su propio nombre suspirado entre sus labios rojos y carnosos… aquellos labios…
Quiso gritar. Se iba a volver loco.
Lo peor de todo aquello, y lo sabía, era no saber dónde y cómo estaba ella. El dónde se lo imaginaba, el cómo... No quería pensarlo. Se enfureció cuando en su mente apareció el rostro de alguien que se le parecía, pero fisicamente, porque en cuestión de... Aquella mala mujer... Y en realidad, ¿lo era? ¿Quiénes eran los malos y los buenos? ¿Qué era correcto y qué no? Si ni siquiera nadie se paraba a ponerse en el lugar del otro. Se había quejado tantas veces de aquello, y ahora... Él, era cierto, lo sabía y se sentía culpable todos los días por ello, había corrompido a aquella princesita curiosa y algo extraña que conoció hacía ya muchos años. Su madre estaba horrorizada por ello, y Gerard suponía que era algo normal, pero... Pero ¿qué pasaba con los sentimientos? Él había luchado contra sí mismo y las sensaciones que Amy empezó a desatarle con su sola presencia, pero no había sido capaz de frenarse cuando ella pareció corresponderle. ¿Qué podía hacer él con aquella Amy provocadora que no le
habria dejado ni a sol ni a sombra?
Los pensamientos de Gerard iban y venían. A veces se odiaba a sí mismo, otras a la madre de Amy, a la sociedad, incluso llegaba a odiar a Amy por tentarle, y luego se despojaba de todo sentimiento y se convertía en una masa inerte, sin otro pensamiento que imágenes de recuerdos increibles con los que autotorturarse.
Y por encima de todo, una convicción: tenía que volver a verla. Aunque fuera lo último que hiciera en esta vida.


Amy disfruta tan intensamente de la actuación que le parece estar en el paraíso. Ya sonaban increíbles sin Frank, pero con él... Es como un orgasmo acústico. Y parece encajar a la perfeccion. Se dice que es ironico.
A su lado, Sey se mantiene cerca de ella, sonriendo cada vez que vuelve la vista a su posicion. Amy se la devuelve, pero enseguida vuelve la vista hacia ellos. Cuando hacen un pequeño descanso, se acercan tres chicas. Todas de ojos marrones, como capta enseguida Amy. Le fastidia porque le cuesta dsitinguir tonos entre los ojos oscuros, aunque le basta con las miradas.
-Amy, estas son Helen, Laura y Elisa, la prima de Michael, ¿recuerdas?
Se sonrien mutuamente.
-Encantada-murmura Amy.
-Amy...Amy creo que es la novia de Frank, chicas, aunque ella no quiere confirmármelo, pero bueno, da igual porque tarde o temprano lo sabremos.
Vuelve la vista, haciendo que todas miren, a un Frank que las mira y sonrie saludando a Amy, que le devuelve una sonrisa luminosa.
-Yo creo que sí lo es, ¿eh?-salta la que se llama Elisa.
-Está más que claro-replica Helen.
Amy se encoge de hombros. Todas ríen, y se enfrasca en una conversacion de introduccion y otras banalidades, hasta que un ruido les sobresalta.
Uno de los platillos de la batería ha caido con estrepito, y Frank le grita algo a Gerard que Amy no logra entender antes de desaparecer por una puerta lateral.

2 comentarios:

  1. "Sonrisa mojabragas" OMG OMG OMG.

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  2. Jo, esperaba una escena de la prueba en la que se retasen un poco.

    De todas formas, genial también.

    Y opino lo mismo que Xoana, ""Sonrisa mojabragas" OMG OMG OMG." LLORO.

    Voy a seguir, a ver qué ha pasado con Gerard.

    Me tienes loca con la historia.

    Un abrazo.

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